
Algunas apreciaciones sobre la Identidad ciudadana
Luis Carlos Herrera Montenegro*
La idea básica que nos proponemos desarrollar se refiere a que no puede comprenderse en su complejidad el tema de identidad ciudadana, aludiendo sólo a un concepto, debemos intentar desentrañar lo que debe entenderse por ciudadano, identidad y participación.
Así, en el desarrollo del presente trabajo, veremos como en la actualidad el concepto de ciudadanía no parece suficiente para integrar las nuevas demandas democráticas.
Con el término “identidad” significamos el sentimiento de pertenencia a un determinado lugar o espacio de acción en el que los hombres nos desenvolvemos.
La expresión identidad ciudadana, debe entenderse en el contexto de las ideas y aspiraciones democráticas de los hombres y mujeres que se asumen como sujetos que reconocen para sí y para los demás los derechos propios de su dignidad humana, con sentido de pertenencia, que movidos según sus identificaciones y diferencias acuerdan privadamente variados ámbitos de interacción, que eligen autoridades a las que perciben como sus representantes y que se asocian para participar colectivamente en la deliberación de las decisiones públicas.
En principio, el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad, puede motivar a los individuos a trabajar por ella, es allí donde radica la importancia de la identidad ciudadana.
Así, en el desarrollo del presente trabajo, veremos como en la actualidad el concepto de ciudadanía no parece suficiente para integrar las nuevas demandas democráticas.
Con el término “identidad” significamos el sentimiento de pertenencia a un determinado lugar o espacio de acción en el que los hombres nos desenvolvemos.
La expresión identidad ciudadana, debe entenderse en el contexto de las ideas y aspiraciones democráticas de los hombres y mujeres que se asumen como sujetos que reconocen para sí y para los demás los derechos propios de su dignidad humana, con sentido de pertenencia, que movidos según sus identificaciones y diferencias acuerdan privadamente variados ámbitos de interacción, que eligen autoridades a las que perciben como sus representantes y que se asocian para participar colectivamente en la deliberación de las decisiones públicas.
En principio, el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad, puede motivar a los individuos a trabajar por ella, es allí donde radica la importancia de la identidad ciudadana.
I-CONSIDERACIONES PREVIAS SOBRE EL CONCEPTO DE CIUDADANO:
Antes de adentrarnos a tratar de comprender el tema que nos interesa, creo necesario hacer algunas precisiones. En la actualidad este concepto de ciudadanía no parece suficiente para integrar las nuevas demandas democráticas. Porque precisamente el concepto de ciudadano se refiere a una realidad dinámica. Ciudadanía es un concepto forjado inicialmente en la ciudad.
La ciudadanía se ha ido ampliando como resultado del desarrollo social y civil del Estado democrático. El estatuto de ciudadano en la segunda mitad del siglo XX es a la vez resultado del progreso civil (extensión hacia las mujeres y los jóvenes), social (Estado del Bienestar) y político (mecanismos de participación y representación más amplios y eficientes).[1]
El marco estatal en el que hay que defender los derechos adquiridos, ampliarlos a nuevos ámbitos y extenderlos al conjunto de la población. Y el marco supraestatal, en el cual hay que definir nuevas dimensiones de la ciudadanía, tanto por lo que se refiere a las uniones políticas y económicas "regionales" como al sistema económico mundial. En tanto que la inmensa mayoría de la humanidad, tiene derechos restringidos para circular, informarse o trabajar. Y posibilidades cuasi nulas de controlar, estar representado o participar en los procesos característicos de la globalización.
En la década de los noventa se ha puesto de actualidad un viejo y nuevo concepto como es el de "ciudadanía". ¿Qué razones explican la sorprendente actualidad de dicho concepto? Probablemente se podrían presentar varias razones para explicar este fenómeno. Sin embargo, la esencial parece la necesidad en las sociedades de generar entre sus miembros un tipo de "identidad" en la que se reconozcan y que les haga sentirse pertenecientes a ellas, porqué este tipo de sociedades muestran claramente síntomas de un déficit de adhesión por parte de los ciudadanos al conjunto de la comunidad, y sin ésta adhesión resulta imposible responder conjuntamente a los retos que a todos se plantean.
En principio el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad, puede motivar a los individuos a trabajar por ella.
Así, podemos ver que en el concepto de ciudadanía se encuentran dos cuestiones clave: un aspecto racional, según el cuál una sociedad debe ser justa para que sus miembros perciban su legitimidad, y un aspecto de sentimiento en tanto que la ciudadanía refuerza los lazos de pertenencia, de identidad.
La racionalidad de la justicia y el sentimiento de pertenencia a una comunidad concreta deben ir unidos, si queremos asegurar ciudadanos plenos y a la vez una democracia sostenible.
A la luz de los estudiosos del tema la ciudadanía es un concepto mediador porque integra exigencias de justicia (derechos y deberes) a la vez que hace referencia a los que son miembros de la comunidad. Sin embargo la ciudadanía es un concepto complejo que abarca diversos aspectos. Podríamos acordar varias dimensiones: la ciudadanía política, la ciudadanía social, ciudadanía cívica, ciudadanía intercultural, etc.
La ciudadanía se basa, por un lado, en un atributo que reconoce o concede el Estado. Por otro, parte del supuesto que los ciudadanos comparten unos valores y una pautas de comportamiento que permiten la convivencia entre ellos y les dota de una identidad colectiva específica.
La construcción de la ciudadanía por lo tanto ha sido un proceso vinculado a la consolidación del denominado Estado-nación y al progresivo establecimiento, en este marco, de la democracia representativa. Ser ciudadano es ser sujeto de derechos y de obligaciones en el marco de una convivencia democrática, regulada por el respeto a la ley. El origen étnico, cultural o religioso de cada persona puede y debe quedar integrado en el derecho de ciudadanía
Tanto en democracias débiles e incipientes, como en aquellas ya consolidadas, la construcción de una ciudadanía crítica y participativa parece ser la clave para resolver la diversidad de conflictos emergentes que reflejan la profunda crisis que afecta actualmente a este régimen: desigualdades, exclusiones y discriminaciones, en algunos casos; corrupción política, apatía y escepticismo cívico, en otros. La supervivencia de sus instituciones y las condiciones de gobernabilidad, pero sobre todo de legitimidad, dependen de las accione ético-educativas que se encaren a efectos de capacitar a cada ciudadano para la práctica responsable, racional y autónoma de su ciudadanía[2]
II. APROXIMACIONES AL CONCEPTO DE IDENTIDAD CIUDADANA
El concepto de Identidad puede definirse desde la Psicología como" El conjunto de rasgos o cualidades que se le atribuyen a otros y que sirven para describirlos. Esto configura la Identidad Social o colectiva. Al mismo tiempo se configura y existe la Identidad como imagen que todo grupo tiene de sí mismo"[3]
Un riesgo para la democracia pluralista es la multiplicación de enfrentamientos en términos de identidades esencialistas, con sus valores morales no negociables. Por eso hay que cuestionar la idea de una identidad única, que supuestamente dota de sentido, y reconocer la simultaneidad de distintas construcciones de la identidad.
Producto de la globalización en la que nos vemos inmersos, el tener un sentido de pertenencia ya sea a nuestra familia, ciudad, región o país es visto como algo necesario ya que nos proporciona ese eje fundamental de identidad, aunque sus significados son múltiples, principalmente lo asociaremos al ser diferentes a los otros en lo que hacemos y somos.
Con el término “identidad” significamos el sentimiento de pertenencia a un determinado lugar o espacio de acción en el que los hombres nos desenvolvemos; quiere decirse, no designa tanto un sitio en el que nos encerramos o aislamos, sino en el que nos situamos, conformando así la perspectiva particular de nuestro horizonte vital, a fin de poseerlo plenamente y de extenderlo. Identificarnos con un entorno vital permite, entonces, más que atarnos a un lugar, actuar libremente; vale decir, de manera lo más desenvuelta posible. [4]
Habrá que recordar que el principio democrático de representación y delegación no suponen la pérdida de la soberanía popular, que ésta se ejerce también a través de canales institucionalizados para la participación ciudadana; No es esta tampoco la ocasión de entrar en la polémica que en torno a la naturaleza de la participación, sus modalidades y su influencia sobre la evolución de los sistemas políticos ha impulsado una buena parte del desarrollo de la sociología política. El estudio de la participación política debe considerarse como una forma de acción colectiva especialmente significativa en los sistemas democráticos. Hay que optar por la superación de las antiguas divisiones entre formas de participación directa y representativa que no logran ya dar cuenta de la complejidad de este fenómeno en la sociedad de hoy.
La identidad ciudadana, visto lo anterior, podemos situarla como la expresión en el contexto de las ideas y aspiraciones democráticas de los hombres y mujeres que se asumen como sujetos que reconocen para sí y para los demás los derechos propios de su dignidad humana, con sentido de pertenencia, que movidos según sus identificaciones y diferencias acuerdan privadamente variados ámbitos de interacción, que eligen autoridades a las que perciben como sus representantes y que se asocian para participar colectivamente en la deliberación de las decisiones públicas.
Cualesquiera sean los motivos que inspiran a los sujetos para organizar autónomamente espacios de actividad colectiva, ellos no sólo manifiestan al ciudadano, sino que también promueven su desarrollo. No hay mejor escuela de libertad para el sujeto que su participación en la articulación de una voluntad colectiva.
A través de las propuestas de reformas sociales y económicas, la especificidad de los intereses y los límites de los acuerdos que construyan las organizaciones, se construyen sus identidades, con demandas de reconocimiento de derechos, comunes a toda la ciudadanía, más allá de lo que supone ser miembro de ellas, propiciando la participación ciudadana y los diálogo con todos los actores sociales y políticos.
La identidad ciudadana propicia las más variadas manifestaciones de voluntad colectiva en la sociedad. No basta, sin embargo, para considerar que se trata de una sociedad democrática. Esta última requiere, además, la participación activa de sus miembros en las decisiones públicas, es decir, en la construcción del orden legal y en la definición de las acciones del Estado. Sólo así la sociedad es capaz de regirse por un marco regulatorio general mínimamente impuesto y máximamente acordado. Esto deja en claro que el concepto democrático de ciudadano tiene una irrenunciable connotación política. [5]
En la actualidad, no podemos tener certeza hasta que punto se ve afectada la identidad frente al fenómeno de la "globalización". Lo que si podríamos decir, es que nos sentimos expuestos a los peligros de la asimilación incondicional y a la posibilidad de perder la identidad de lo nacional. De allí que la cohesión de del ciudadano a los grupos, las organizaciones, los movimientos sociales en torno a las ideas, demandas, objetivos comunes, constituyen aspectos esenciales para preservar la identidad ciudadana y colectiva. Partiendo de que en sus luchas y defensa de los derechos dentro de las organizaciones, los ciudadanos confían que es posible en la democracia moderna, lograra el bien común, entendiendo que la democracia es esencialmente un ideal de vida, una filosofía y una ética social.
En ese contexto la identidad ciudadana, y su participación juega un importante papel, para ir moldeando las formas, procedimientos y prácticas democráticos, y en la medida que estén animados por el sentido del ideal democrático podremos desentrañar qué significa el ciudadano en estos tiempos, si existen espacios reales de participación que garantice la buena vida social que predica la democracia.
*Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales, del Programa Centroamericano de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Academica de Guatemala.
[1] Borja Jodi. Ciudadanía y globalización: el caso de la Unión Europea Revista La Factoría No.7.1998.
[2] Oraisón Mercedes (coord.), Daniel J. Corbo, Sílvio Gallo y Newton Aquiles von ZubenLa Construcción de la Ciudadanía en el Siglo XXI. OECI.2005
[3] Dornell, Teresa: "El imaginario social del Colectivo Profesional". pp77. Ponencia Primer Encuentro Trabajo Social, Chile, 1993.
[4] Genovés Fernando R. Vivir en un "no lugar" Ideas Libertad. Ver sitio web. 2005
[5] El concepto del Ciudadano. Equipo Académico Corporación PARTICIPA, Asociación Chilena de Organismos No Gubernamentales.2000.
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